La selección de fútbol de Costa Rica que enfrentaría a Guatemala en un partido de eliminatorias para Francia 98 llegó tarde al Estadio Mateo Flores, los jugadores costarricenses se asombraron al ver la cantidad de gente que había sin entrar al estadio y con boleto en mano, según tenían ellos entendido, el estadio estaba lleno, pero aún habían aficionados haciendo filas con boleto en mano para poder ingresar.
Todavía a esos momentos previos al juego, no se sabía que se habían vendido más entradas de las que el aforo del estadio podía recibir. La Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala -CDAG- autorizó a la Federación de Fútbol de Guatemala a vender 45, 796 boletos para el encuentro. A eso se sumó la reventa de boletos falsos.
Ante tal situación, una hora antes del inicio del partido, a las 7 de la noche, la localidad de General Sur -y en sí todas las demás- se encontraba ya llena y aún faltaba el ingreso de muchos aficionados. Éstos, al ver que su ingreso no sería posible porque la localidad ya estaba copada debido a la sobreventa y a la venta de boletos falsos, forzaron su ingreso derribando la puerta y eso empujó a los que ya estaban adentro, provocando una avalancha humana.
A su paso pi desotearon a los aficionados que estaban sentados, y los dejaron atrapados. Los aficionados morían prensados contra la malla cercana a la pista de atletismo, sin poder respirar. Cuando se logró abrir una de las puertas para reducir la presión ya habían muerto decenas de personas.
Y mientras en la entrada General Sur más de cien heridos eran trasladados a los hospitales nacionales, con fracturas múltiples, convulsiones y síntomas de asfixia, aún seguían ingresando aficionados al Estadio.
"Cuando salimos a calentar inició la tragedia y comencé a ver lo que estaba pasando. La gente pegada en la malla, se empujaban y fue cuando abrieron los portones. Fue algo muy feo, que ojalá nunca vuelva a pasar". Luis Marín "Seleccionado de Costa Rica".
Quienes intentaban escapar pedían auxilio. Fue el momento en que policías y reporteros que se encontraban en la gramilla se dieron cuenta de que no se trataba de una riña o de una ola de porras, y tomaron consciencia de lo que ocurría. Se ordenó abrir la reja y la gente se precipitó hacia la cancha. Los que caían conscientes regresaban a la puerta e intentaban ayudar a los demás que seguían atrapados.
83 personas murieron y más de 200 resultaron heridas, en esa trágica noche, a consecuencia de golpes severos y asfixia, generados por la aglomeración de gente dentro de una localidad del estadio, aproximadamente habían 46.000 aficionados dentro del estadio cuando la capacidad máxima era de 38,000. Y a eso hay que agregarle que las puertas sólo se abrían hacia adentro lo cual dificultaba mucho más las cosas y aumentaba el pánico de la gente que quería salir.
Trece dirigentes fueron sindicados de homicidio y lesiones culposas por la muerte trágica de los aficionados; sin embargo, todos evadieron los cargos. La recaudación total de esa noche por la venta de boletos fue de 1 445 000 quetzales aproximadamente. Esta cantidad se usó para indemnizar a los familiares de las víctimas. Entre ellas se encontraba el hijo del presentador de televisión y maestro Rubén Alfonso Ramírez. Sobresalió entre las víctimas también el caso de Marco Tulio Chamalé, quien sobrevivió a la tragedia pero perdieron la vida sus cuatro hermanos y una sobrina de nueve años.





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