En la aldea Fraternidad, Esquipulas Palo Gordo, San Marcos, el destino puso a prueba al piloto de una camioneta extraurbana y a sus pasajeros.
Mientras cumplía con su labor diaria de transportar a decenas de personas, un camión que transitaba delante expulsó varias láminas que, con fuerza, se incrustaron en el vidrio delantero del vehículo.
Por un instante, el tiempo pareció detenerse. El piloto, con temple y valentía, logró mantener el control y salvar su vida y la de quienes iban a bordo. Los pasajeros, aunque ilesos físicamente, vivieron momentos de terror que los marcarán para siempre, muchos de ellos rompieron en llanto al darse cuenta de lo cerca que estuvieron de la tragedia.
El accidente también dejó el reflejo de lo frágil que puede ser la vida, generando largas filas de vehículos y recordando a todos los presentes que cada día en la ruta es una batalla silenciosa por regresar a casa con vida.
Gracias a la reacción del piloto, hoy varias familias pueden abrazar a sus seres queridos una vez más.
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